El Cambio Climático: Otro obstáculo para la erradicación de la pobreza

Hoy en día, la mayoría de las personas consideran el cambio climático como una realidad y no un mito. Como resultado de este fenómeno, se han identificado los peligros naturales como efectos agobiantes sobre muchos países, particularmente los que ya son vulnerables: los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS). No obstante, los desastres sufridos en estos países como resultado de los peligros naturales son solo un aspecto de los efectos perjudiciales del cambio climático. Los cambios graduales en el medioambiente, por otro lado, como el aumento de las precipitaciones, las sequías extremas y la elevación del nivel del mar, profundizan los problemas que enfrentan esos países ya vulnerables ante el cambio climático, una vez que estos cambios significativos tienen un impacto en la agricultura y en el turismo, sectores ambos que son importantes para el Gran Caribe y el Desarrollo Sostenible.

Si bien la agricultura es la actividad económica que más usa la tierra en el Caribe, esta representa una pequeña porción del PIB de la mayoría de las islas. No obstante, sigue siendo de gran importancia. La Secretaría de la Comunidad del Caribe plantea que la agricultura en el 2005 constituyó el 35% del PIB total en Guyana, 18% en Dominica, 15% en Belice y 8% en Granada y en San Vicente y las Granadinas. En Antigua y Barbuda, Barbados, St. Kitts y Nevis, y Santa Lucía, la contribución del sector de la agricultura al PIB varió entre un 3% y un 6%. Además de su aporte al PIB, este sector juega también un papel cada vez más importante en la seguridad alimentaria en una región que se caracteriza típicamente por la importación en ascenso de alimentos. La agricultura, por ende, pasa a ser vulnerable frente al cambio climático, ya que las variaciones en el patrón climatológico afectarán al sector y, por extensión, a los que dependen de él.

Aunque los vínculos entre el cambio climático y la ocurrencia de precipitaciones siguen siendo objeto de debate, la realidad es que la mayoría de los países, particularmente los que se ubican en el cinturón de huracanes, están siendo testigos de un incremento en la cantidad de tormentas, que, además, han aumentado su intensidad. El efecto de ello en los países que dedican grandes áreas de tierra a la producción agrícola para la exportación, puede resultar particularmente devastador. Tormentas que se han sucedido recientemente han barrido con toda la producción de caña de azúcar en Cuba, las plantaciones de banano en Jamaica, Santa Lucía y Dominica, y han diezmado las exportaciones de nuez moscada de Granada. Ello, acompañado por la realidad de que la devastación ha causado estragos en la infraestructura, reduce la capacidad del país para dar una respuesta. De hecho, los efectos de las tormentas en la región sobre algunas economías insulares, han desembocado en daños que sobrepasan el 200% del PIB del país, en algunos casos.

El impacto del cambio climático se puede atestiguar también en la sequía extrema experimentada por varios países dentro y fuera de las temporadas tradicionales de sequías. La disminución de las precipitaciones ha reducido la disponibilidad de agua para los cultivos y, en algunos casos, ha causado la destrucción de siembras enteras de alimentos. La agricultura rural que, en varias situaciones, está caracterizada por una agricultura de subsistencia, se ve afectada dando lugar a penurias aún mayores para grupos ya considerados vulnerables. En la Jamaica rural, el 25% de la población vive en la pobreza y es aquí donde la agricultura constituye la principal fuente de medios de subsistencia. Pese al 7% de contribución al PIB que hace la agricultura en Jamaica, esta utiliza más de 220,000 del 1,239,000 de personas empleadas. Por lo tanto, los que ya son vulnerables a los cambios en el sector agrícola están aún en mayor desventaja con las variaciones que acarrea el cambio climático.

Los SIDS del Caribe en la región del Gran Caribe enfrentan además los retos en el sector del turismo tradicional como resultado del cambio climático. El turismo tradicional (turismo de sol, arena y mar) depende de los activos naturales de la región, las playas, los arrecifes coralinos y condiciones meteorológicas favorables, y es un contribuyente clave al PIB de la región. La elevación del nivel del mar y la acidificación del océano constituyen amenazas reales para estos tipos de economía. Si bien se ha concedido una enorme cantidad de atención a la elevación del nivel del mar, la acidificación del océano puede presentar un riesgo aún mayor para las economías insulares en el contexto de una producción agrícola disminuida y una mayor intensidad en las tormentas. La mayoría de las islas del Caribe poseen sistemas de arrecifes expansivos que respaldan tanto la industria pesquera como el turismo. Los océanos absorben un gas clave del cambio climático, el dióxido de carbono, y como resultado se hace más ácido en una escala relativa, dado que parte del carbono reacciona con el agua para formar ácido carbónico. Esto reduce la cantidad de carbonato disuelto disponible para la formación de conchas y esqueletos de carbonato de calcio – proceso importante para los corales, el plancton y las conchas. Los arrecifes coralinos, que ya están en peligro en la región, es probable que pasen por tiempos difíciles. Las especies invertebradas segregan carbonato de calcio para conformar los arrecifes costeros rocosos que constituyen la base de algunos de los ecosistemas más productivos en los océanos. Acompañado por el blanqueamiento derivado del calentamiento de las aguas, se cree que los arrecifes pueden morir como consecuencia de que los corales pudieran virtualmente estar extinguidos para finales del siglo. La mayoría del turismo del Caribe se desarrolla en las costas, con hoteles que ofrecen playas arenosas en la mayor parte de los países. Lamentablemente los arrecifes, que se encuentran en riesgo en este momento, ofrecen una protección de peso frente al poder inmenso de eventos hidrometeorológicos como los huracanes. Sin la protección del arrecife, las fuerzas causadas por las tormentas dañan las playas, reduciendo con ello la viabilidad de las inversiones turísticas. El Banco Interamericano de Desarrollo plantea que casi un tercio de las instalaciones turísticas del Caribe corren riesgos de inundación con el aumento del nivel del mar, y el incremento de las temperaturas de la superficie puede desembocar en severas presiones de blanqueamiento para los arrecifes del Caribe, en fechas tan tempranas como el 2030, rebasando la capacidad de muchas áreas para recuperarse.

Con el impacto tan severo del cambio climático en la agricultura y el turismo, la amenaza para la reducción de la pobreza en áreas ya frágiles desde el punto de vista económico, es constante. Es necesario emplear estrategias de adaptación para poder mitigar los efectos y garantizar el desarrollo sostenible de la región. Es por ende importante fortalecer el vínculo entre el cambio climático y la reducción del riesgo de desastres.

 

La Asociación de Estados del Caribe, mediante su iniciativa SHOCS – Fortalecimiento de las Operaciones y los Servicios Hidrometeorológicos en los SIDS del Caribe, está ayudando a las naciones del Caribe a estar mejor preparadas para los impactos derivados del cambio climático.

 

George Nicholson es el Director de Reducción del Riesgo de Desastres y Orissa Thomas es la Asistente de Unidad para el Oficial de Comunicaciones. Los comentarios o correspondencia pueden ser enviados a feedback@acs-aec.org